miércoles, 1 de mayo de 2013

Una nariz muy larga

      Todo comienza cuando los padres de Pit y Lena deciden ir de viaje a una isla griega. Sus padres discutían a menudo y su madre, la hormiga (que así es como la llamaban entre ellos), acababa llorando como siempre que discutían, y su padre, el gafas (que así es como le llamaban entre ellos), consiguió su objetivo: irse de vacaciones.
 
       Cuando llegaron a la isla, hacía mucho viento, ya que era otoño, pero también había un sol abrumador que al mirarlo te quedabas ciego. El hotel en el que su padre había reservado habitación, no era muy bonito que se pueda decir, y las probabilidades de tener vistas a la playa eran escasas. La habitación era fría y estaba vacía, a la hormiga no le gustaba, ya que se le notaba en la mirada, pero para complacer al gafas, dijo que la habitación tenía una belleza interior que saltaba a la vista, lo que hizo que el gafas se sintiera orgulloso de él, pero a Pit y a Lena no les convencieron las palabras de su madre.
  
        Dos días después, tras comer, la familia se fue a la playa, y cuando el gafas y la hormiga dormían, Pit y Lena decidieron adentrarse en el bosque, donde conocieron a Zervan, un mago retirado tras perder un reto contra su enemigo, Damasístratos, y olvidar por completo todos los hechizos que sabía. Zervan perdió la competición porque Damasístatos le hecho un maleficio: tendría la nariz larga para toda la vida, pero Pit y Lena se ofrecen para ayudarle a romper el maleficio...

    ¿Conseguirán Pit y Lena romper el maleficio? 
    
     Me ha gustado mucho porque es de humor e intriga. Y me lo regaló Gema por mi cumple.

 Si lo queréis pedídmelo.

El cuento del Agua

Érase una vez una niña llamada Isabel, que vivía en España con su padre y su madre. Su padre era militar y, un día le llamaron para una misión en África y se tuvo que ir durante dos meses. Un día su madre le preguntó a Isabel:
-¿Quieres que vayamos a ver a tu padre?
Y la niña le respondió:
-Sí, porque hace mucho tiempo que no le vemos
-Pero será un viaje muy largo y tienes que portarte bien.-dijo su madre,
Isabel asintió. 
Dos días después, Isabel y a su madre ya estaban en África, y decidieron dejar las maletas e ir a dar un paseo. Allí todo era muy bonito, tan bonito que Isabel vio una flor y fue a cogerla sin el permiso de su madre, y al darse la vuelta, su madre ya no estaba.
Isabel lloró y corrió todo lo que sus piernas le permitieron, hasta que llegó a un lugar donde sólo había cabañas, y su sed era tan grande que creyó ver un hermoso árbol verde de cuyas ramas brotaban pequeñas cascadas que se desprendían en el aire .Corrió hacia el lugar donde había visto aquel árbol, pero cuando llegó, desapareció. Así que decidió entrar al poblado, donde apoyada en na piedra, vio una niña. Era negra y para tapar su cuerpo, llevaba trapos harapientos. Tenía sed, pero estaba decidida a llevar a Isabel a su casa.
En el camino, la niña le contó que en su país había mucha escasez de agua y había personas que morían por esta razón.
Puso cara preocupada y dijo:
-Mientras, en tu país y otros lugares del mundo, las personas desperdician el agua sin preguntarse antes, dejan los grifos abiertos cuando aquí nos podemos lavarnos si nos apetece y tiran el agua de muchas maneras.
Isabel, anonadada le dijo a la niña decidida:
-Te prometo que jamás volveré a desperdiciar el agua pues, he descubierto que es muy importante, por cierto, ¿Como te llamas?
- Nala.-respondió la niña.
- Encantada, yo me llamo Isabel.-dijo la otra, y se rió.
Después, llegaron a la casa e Irene le contó a su madre lo sucedido. Esta se mostró enfadada, pero después invitó a la niña a pasar y a beber agua.

Desde aquel día Isabel no ha dejado de ahorrar agua y pedirle a sus amigos y amigas que hagan igual.