sábado, 30 de marzo de 2013

El extraño caso del calamar gigante

Gerónimo Stilton iba a marcharse en un velero de excursión por el mar, con su sobrino Benjamín.
En la casa de al lado del muelle, vivía su amigo Ratoloso Ratademar y su mujer Berberechita Cucharones, que les invitaron a una sopa de pescado con una salsa muy picante. A Gerónimo le sentó fatal, porque mientras que navegaban tuvo que vomitar.
Cuando estaban pasando un buen rato, apareció un cuerpo lleno de algas, con unos ojos enormes y viscosos; pensaban que era el monstruo de los pantanos, pero era su amigo, Metomentodo Quesoso, algo desagradable que se conocían desde la guardería. Se subió a su velero porque dijo que había visto muchos cangrejos azules cerca de su casa. Quesoso se tuvo que ir a merendar y le preguntó que si podía llamarle después de terminar.
Cuando llegó a su casa e iba a hacer sus necesidades, un cangrejo azul salió del water y le pellizcó su cola, también salió otro, al verlos, Gerónimo decidió ir a visitar a Quesoso.
Al entrar a su casa le cayó un cubo de sardinas. Quesoso decía que servía para detener a los ladrones. Le dijo que le prestaría una de sus miles de cazadoras amarillas, porque se había mojado.
Al día siguiente anunciaron por las noticias, que unos cangrejos azules habían invadido la ciudad y que no saliera nadie de su casa. De repente, se abrió la ventana de su habitación, se escuchó una voz diciendo que todos iban a morir, si no le daban mil toneladas de oro. Un poco después de que se escuchara esa misteriosa voz, los cangrejos se metieron en el mar y no volvieron.
La gente no sabía qué hacer: pensaban que eso era muchísimo dinero, que no iban a tener suficiente, que Ratonia (su isla), iba a desaparecer...
El alcalde trajo una balanza e iba pesando todo el oro que depositaban, hasta que al final consiguieron diez mil toneladas. Apareció un calamar gigante y se llevó todo el oro que había en la balanza hacia las profudidades del mar.
Gerónimo no se quedó satisfecho con lo que habían hecho, así que fue a llamar a Quesoso y al profesor Boltio, uno de los científicos más importantes del país, para investigar ese caso, con su submarino.
¿Qué pasará? ¿Lograrán recuperar el oro perdido?
Me ha gustado mucho porque este libro es muy divertido.

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